Maestro Víctor Eduardo Pruya Báez de la escuela 415

Los recuerdos de la infancia vienen a la memoria con un aire de nostalgia cuando se acercan los primeros días de noviembre, mes que, para los católicos, se convierte en símbolo de entusiasmo por la tradición de Ángeles Somos.

En el Día de todos los Santos, desde hace unos años, por iniciativa de un grupo de docentes de la Escuela N° 415 “Cnel Martin Jacobo Thompson”, los jardines de infantes y otras instituciones educativas realizan, como es habitual, actividades para mantener viva esta costumbre. De esta manera, algunos salen a recorrer las calles de la comunidad vestidos de ángeles, proclamando bendiciones y esperando a cambio dulces. Comercios y casas particulares acostumbran a esperar a los niños con algunas golosinas con el fin de sostener la antigua práctica en esta parte del país, revalorizando nuestra identidad cultural.

"Ángeles somos, del cielo venimos, trayendo regalos. Colación, colación, su bendición"; "Ángeles somos, ángeles somos, venimos a pedir colación y rogamos tu bendición", "Ángeles somos, del cielo bajamos, pan queremos, ¿hay por quién rezar en la casa?", distintas estrofas que los niños entonaban al tocar a las puertas de las casas.

Los versos que se recitan al visitar cada uno de los hogares varían de acuerdo con las costumbres del lugar, y muchas veces a las deformaciones propias de la transmisión a través de la tradición oral. Pero tienen en común dos elementos: las bendiciones y las golosinas o “colaciones”.

Si bien en localidades pequeñas todavía se conserva, en las ciudades más grandes apenas los abuelos recuerdan la emoción que les producía la llegada del 1 de noviembre.

Esta tradición originaria de España llegó a Cartagena de Indias gracias a los colonizadores, para ese entonces el papa Bonifacio IV tomó la decisión de trasladar el Día de los Santos al primero de noviembre.

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