Daniel es mi hermano, en la niñez hemos compartido momentos, jugábamos como todos niños de la época, con simple madera hacíamos nuestro juguete, no éramos artesanos, fabricábamos lo más fácil “Espada de madera”, entonces ¿a que jugábamos? Uno era el villano y el otro el hidalgo, adoptábamos los personajes de la novela de la radio, recuerdo que vos era “El León de Francia". Terminábamos cuando tu papá (Don Braulio) pasaba por el club viejo en bicicleta y sin detenerse, te decía “Daniel ven pa casa”, vos corriendo saltabas en el portaequipaje y yo que me quedaba con ganas de seguir jugando.

Ese juego, hoy me doy cuenta, era el preludio de nuestro destino, porque abrazamos la profesión de las armas, vos en la Gendarmería y yo en la Policía. Lo grande de vos, es que nunca cambiaste, siempre fuiste el Daniel “San Filipo” como te llamábamos cariñosamente, ni tu profesión logró cambiarte, siempre con esa mirada franca y una risa sincera, con ánimo generoso y noble, como el personaje que adoptabas cuando eras niño.  

Hoy quiero rendirte este homenaje póstumo, gracias a tu señora, tus hijos y tu hermano que me permitieron. Es la noticia más triste que me tocó cubrir, nuevamente partiste apresuradamente, dejándome con ganas de seguir jugando. Nuestras profesiones nos alejó un poco, pensábamos juntarnos cuando te retirabas de tu trabajo, no pudo ser, seguramente tu papá te llamó para que vayas con él (como siempre lo hacía)