Tantas sensaciones y sentimientos, de felicidad, alegría… nos ha invadido a tu madre y a mí. Recuerdo las palabras del profesor Rubén Castro, en San Miguel, cuando vos transitabas los primeros años de la primaría, él le decía a tu madre. “Imposible que Andresito salga mal, porque la mamá siempre al lado de él, controlando sus tareas”. No se equivocó mi amigo el profe.

Ya siendo un profesional, otro amigo hablando de vos me decía son los genes de los padres, en ese momento me sentí agrandado, pero después viéndote regresar del hospital a las 20:00 hs. Y sin dormir toda la noche por estudiar porque al otro día tenias un ateneo, me daba cuenta que el sacrificio, la responsabilidad y la sabiduría era tuya.

Yo que egresé de la escuela de cadetes de policía, pensaba que todos los que transitamos por un instituto de formación militar, era lo más sacrificado, por todo lo que pasamos, pero con vos me di cuenta que hay otra institución que someten a las personas al límite, eso es la residencia médica.

Queremos felicitarte por haber finalizado tu residencia, tomo las palabras de un doctor que una oportunidad dijera en un acto como el tuyo: “Es un camino que comienza, una etapa termina, la de formación no solo de la parte médica sino también la humana, su carácter no es el mismo de hace 4 años, sobrevivieron a la residencia, nadie les puede quitar el sacrificio que ustedes y sus familias, padres, madres, hermanos, esposas, esposos hicieron. La plata no alcanza, el sueldo o la beca es poca”.

“Y algunos por ahí equivocadamente o no pueden imaginar que esto es un trabajo, en parte lo es, pero es una etapa de formación única, que no se repite, no se reemplaza con nada y eso recién lo van a ver con el correr del tiempo”.
Esta demás decirte que estamos orgullosos de vos y ver tu crecimiento siendo hoy ya un gran “Doctor”.

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