Falleció Ángel Perrotta, médico destacado con perfil humanitario
ICONO DE LA HISTORIA DE ITÁ IBATÉ
Lunes, 15 de abril de 2019
A los os 91 años falleció ayer el reconocido médico Ángel Perrotta, cuya trayectoria quedó grabada en la retina de los itaibateños por su impronta humanitaria, siempre a favor de los más humildes.
Itá Ibaté se vistió de luto ayer para despedir a Ángel Perrotta, quien en vida fuera médico de nacionalidad paraguaya, nacido en el pueblo de Pirayú, hijo de padre italiano y madre paraguaya, que cursó sus estudios en el “Colegio República Argentina de Asunción” y universitarios en la “Universidad Nacional de Asunción”.
Perrotta vino a Corrientes en 1956 recién graduado en Medicina, y eligió Itá Ibaté para radicarse cuando por entonces el Ministerio de Salud de la Provincia requería médicos para atender en localidades del interior.
Hace algunos años, su yerno e historiador, Luis Alegre, describió cómo fue su actividad una vez radicado en la mentada localidad. “Los parajes más lejanos (Yahapé, Yacareí, Vences, Berón de Astrada, de este lado y cruzando el Paraná, Guardia Cué y Laureles), llamaban la asistencia del “doctor Perrotta”, que a la señal del tiro de los marineros cruzaba en bote, a caballo, tractor o camioneta hasta los recónditos benditos donde pujaban las lugareñas o se postraba un paisano para llevar su medicina”, detalló el también docente universitario.
“Los medios no llegaban ni alcanzaban y había que improvisar: sondas con tallos de tártago desinfectadas con alcohol, o hacer sangrías con yilé”, precisó con cálida exactitud para luego agregar que “en el pueblo el quirófano era alumbrado con un dispositivo inventado por el compadre Vidal Lugo con dos linternas de cuatro elementos asistidas con baterías del camión mientras hacían de enfermeras su señora Neneca y la Señora Olga Lugo, que férreas sostenían el brazo y aplicaban el éter mientras la cirugía avanzaba. Pronto hasta ellas tuvieron que aprender el oficio porque en ausencia del médico nacieron las gemelas ‘Hadad’”, recordaba en su texto Alegre.
En contacto telefónico con época, Alegre indicó que “Perrotta fue una persona que hizo mucho médicamente para Itá Ibaté en aquellos años, cuando estuvo a cargo de la estación sanitaria” y desatacó entre sus logros como galeno el haber alcanzado tasa de mortalidad cero y haber tenido que improvisar operaciones, anestesia porque no contaba con nada adecuado para atenciones médicas”, comentó, en alusión al contexto de precariedad en la que desarrollaba la profesión en aquellos años, cuando la medicina todavía no mostraba los avances de la actualidad.
Además, reseñó que “fue declarado ciudadano ilustre y una sala sanitaria lleva su nombre”.
Esto último, en alusión al reconocimiento hecho en 2005 por el Gobierno Provincial.
“La jubilación no fue acorde a su merecimiento”, lamentó Alegre, quien consideró importante “hacer conocer a la gente de Itá Ibaté sobre este hombre que hizo mucho por ese pueblo”.
A su vez, recordó que “tuvo que asilarse en Argentina proveniente de Paraguay” porque “en ese momento de la historia había enfrentamientos de colorados y azules, dictadura y por lo tanto eran tiempos violentos en los que la oposición no tenía cabida. Paraguay tuvo más exiliados que habitantes en su propio suelo”, indicó.
“Su legado, lo que dejó, son dos hijos médicos y unos cinco nietos recibidos de la misma profesión. Ha dejado una buena semilla”, concluyó Alegre.
Un romance interminable
En octubre de 2005, el Gobierno de la Provincia de Corrientes impuso el nombre del “Dr. Ángel Perrotta” a una moderna sala médico asistencial inaugurada en Itá Ibaté. Años antes, la Municipalidad de esta localidad lo nombró “Ciudadano Ilustre de Itá Ibaté”.
Sin embargo, la necesidad de estudios para sus hijos determinaron la partida de Perrotta y su familia a la capital provincial, donde contarían con mejores oportunidades para tales objetivos.
“Allá quedaron, en Itá Ibaté, sus sueños de médico cumplidos, sus mejores años, sus grandes amigos y la fría estadística que marca tasa de mortalidad cero en sus años de servicio”, recordó el historiador y docente universitario Luis Alegre.
Pese a esto, y a radicarse a varios kilómetros de allí, Perrotta volvía cada 8 de diciembre para participar activamente de la “procesión de la Virgen”.
En esas ocasiones, “hombres adustos y mujeres parlanchinas lo paraban en la calle y enseñándole sus hijos en un gesto ceremonioso de antiguos puebleros le pedían “la bendición padrino”, rememoró Alegre.
Fuente Diario Época