Jueves, 17 Septiembre 2020 11:27

La imagen escultórica del Cristo de la Hermandad en deterioro

SEVEROS E IRREVERSIBLES DAÑOS

Jueves, 17 de septiembre de 2020

El Cristo de la Hermandad, ubicado entre la casa parroquial y la parroquia de la Inmaculada Concepción de Itá Ibaté presenta severos e irreversibles daños, de acuerdo al informe proporcionado por Elisa Itatí Martínez, restauradora, y Julio Mac Donald, escultor, al párroco Presbítero Víctor José Aranda y al intendente Walter Almirón.

 

La semana pasada el intendente Walter Almirón y el presbítero Víctor José Aranda informaban a la comunidad de Itá Ibaté en el programa Voz y Opiniones en Amistad, de la radio FM Amistad local.

A manera de instrucción sobre el tema el intendente hizo referencia al libro Mi Cristo Roto

“Mi Cristo roto es un libro de poemas escrito en 1963 por el sacerdote jesuita mexicano-español Ramón Cué Romano, que narra el aprendizaje y aventura con una cruz con Cristo mutilado comprada a un anticuario de Sevilla. El libro es considerado una parábola".

“Esta obra da cuenta de la historia de un joven clérigo, fascinado con la imagen de Jesucristo sólo como obra artística. Cuando pretende restaurar una imagen estropeada que tuvo la fortuna de hallar en la tienda de un anticuario, recibe una dura reprimenda por el mismo Hijo de Dios, dando así inicio a una acalorada discusión, donde se reflexiona sobre lo vano que resulta fingir dolor al contemplar la imagen mutilada, mientras se olvida del verdadero sufrimiento que llevan los hombres de carne y hueso: «¿Qué es más pecado, mutilar una imagen mía de madera, o mutilar el cuerpo de un hombre donde palpito yo por la gracia del Bautismo?», así versa una de las preguntas que el actor lanza durante la función".

Por último agregó “mi opinión particular, es que nuevamente nuestro Cristo está dándonos designios”.

Luego manifestó que tuvo un diálogo con el presidente del Instituto de Cultura de Corrientes Gabriel Romero para solicitar ayuda, quien enviara una persona idónea para ver cómo se puede conservar la escultura.

 

 

El presbítero Aranda también dejó un mensaje “el signo más grande que tiene el cristiano es la cruz, es necesario pasar por la cruz para después resucitar, como nosotros creemos”


HISTORIA

 

El Cristo de la Hermandad tallado en madera de timbó, una sola pieza, 6,30 m., cruz de lapacho de 12m. tallado por, Luis Javin Sissara en el año 1998 bajo la intendencia de Eliana Graciela “Mana” Nazer.



ESTADO ACTUAL DE CONSERVACIÓN


Imagen de Cristo, estado de conservación general: Malo

-Abundante suciedad superficial
-Repintes invasivos, producto de intervenciones anteriores
-Desprendimientos materiales importantes como producto de intervenciones anteriores no adecuadas.
-Desconsolidación general de la capa pictórica
-Grietas de consideración
-Descomposición general en el interior de la talla

Cruz
-Estado de conservación general: BUENO

 

DIAGNOSTICO

Es importante destacar que se preservan, conservan y restauran todas aquellas obras de alto contenido patrimonial, cultural, religioso y artístico que dan cuenta de datos historiográficos de un modo único, no reemplazable por otras fuentes, por tratarse de bienes originales.

La obra de arte, en este caso una imagen escultórica, no se detiene en el momento que termina la actuación del autor, sino que sigue existiendo en el espacio y tiempo, lo que deja huellas en su aspecto debido al envejecimiento de sus materiales, a los avatares sufridos a lo largo de su existencia y a las intervenciones anteriores no adecuadas.

Uno de los caminos posibles, era la restauración de la obra, pero en base a los estudios realizados, se observan los severos e irreversibles daños encontrados, no solo en la capa externa, sino aún más grave, ya que se trata del mal estado de la estructura interior, totalmente degradada presumiblemente por defectos de origen de la madera utilizada (ataque de algún microorganismo, o mala elección del día para el corte del árbol) a esta problemática se suman las intervenciones invasivas posteriores con materiales no aptos para conservación e incompatibles con el original.

 

La restauración en sí, no debe pretender la reversibilidad de su edad, ni la abolición de la historia, sino, debiera poder ser situada ella misma en el tiempo, pero lamentablemente, en este caso no se trata solo del paso del tiempo o de los avatares sufridos a lo largo de su historia, sino de un gradual ataque interior que va desintegrando la materia orgánica, en este caso, la madera.

Tratándose de una imagen tan entrañable para la ciudadanía toda, se sugiere exhibir la mencionada talla original en un predio a resguardo de las inclemencias climáticas y convocar a un escultor la réplica del mismo con todos los recaudos necesarios, asegurando de esta manera, este legado llegue a generaciones futuras, permitiendo mantenerla el mayor tiempo posible, en una condición estable.

 

 

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