ArteCo 2020: Cultura adquirió dos obras para el Museo de Bellas Artes
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Miércoles, 3 de junio de 2020
El Instituto de Cultura de la Provincia ha realizado en la última edición de ArteCo 2020 la adquisición de dos nuevas obras destinadas al patrimonio del Museo de Bellas Artes “Dr. Juan R. Vidal”.
Una obra de la artista de Goya, Mariza Hierro y otra de Carlos Casigno de Corrientes fueron las seleccionadas para integrar el patrimonio del Museo Vidal.
La plataforma de ArteCo, durante los 4 días en que se desarrolló, tuvo más 45.000 vistas y casi 4.000 visitas. La propuesta fue realizada íntegramente a través de la plataforma digital corrientesarteco.net y redes sociales de la actividad, y estuvo organizada por el Gobierno de la Provincia, a través del Instituto de Cultura y la Dirección de Industrias Culturales.
La feria buscó fortalecer la escena artística de Corrientes, poniendo en diálogo a artistas de la región con críticos, teóricos y coleccionistas de distintas provincias del país, generando un circuito artístico que invitó al público a conocer a sus artistas y a sumarse a las charlas y talleres que se dictaron en el marco del mismo.
Como parte de esta edición de la Feria el Gobierno de la Provincia adquirió, a través del Instituto de Cultura, dos obras de artistas participantes, las cuales pasaran a formar parte desde ahora de las colecciones del Museo.
“Circulación obligatoria”
Mariza Hierro es una artista visual que reside en la ciudad de Goya y es una las fundadoras de la Galería Jacarandá de dicha ciudad.
Respecto a esta obra expresa:
La religión, la política y la magia fueron las primeras situaciones vividas que arrastra mi memoria, las que despertaron mi sensibilidad, elementos que se hacen presentes con más claridad en el proceso creativo a medida que transcurro por el tiempo.
En los últimos años encontré en el collage y la mixtura de técnicas la manera más cómoda de expresar aquello que por primera vez vieron mis ojos o esto que hoy supongo. Así mismo fui acotando el tamaño de las obras para que esas pequeñas “cosas” que voy encontrando (o me encuentran) se ajusten al discurso. Desde la ironía y lo lúdico, cada pieza presenta un cuestionamiento.
Aun así, la gestualidad de la abstracción es un paraíso recurrente al que vuelvo siempre, amor incondicional que espera con paciencia. De vez en cuando me permito el retrato o algún paisaje.
Salto anárquicamente de un estilo a otro porque no me interesan las formas; de aquello se encargaran los que encajonan en nichos la pasión de los que hacemos.
“Circulación obligatoria” cuestiona la iglesia católica como negocio/producto (código de barras), la maravillosa ceguera de la Fe (vías circulares) y la preciosa estampa antigua de un Cristo cuyos brazos abiertos coincide con una plantilla para agujerear el revestimiento donde irán colocadas las canillas de una ducha inquiere sobre la soflama religiosa.
De la serie “Frágil, transitorio y provisional”
Carlos Casigno nació en Corrientes, y pasó su infancia en el Litoral, tiempo en el que se fijan los principales elementos que hacen a la identidad. Pero su arraigo temprano en Buenos Aires significó, dado el encantamiento que le produjo la gran ciudad, un desarraigo de ese otro mundo, por lo que en Corrientes era un porteño, y en Buenos Aires un correntino.
Su última apuesta lo lleva a materiales tan efímeros como el papel, donde las formas antes experimentadas se inscriben en esa frágil superficie dibujada con un simple marcador, y en formatos pequeños. El elemento dominante es la lagartija, que lo acechaba de niño en su tierra natal, y siguió viéndolas en las calles de Mataderos, su barrio en Buenos Aires, como si este animalito viniera siguiéndolo por el mundo para recordarle su origen y orientar su rumbo.
Hay series en negro, otra en azul y una última en rojo. El pequeño formato empezó de pronto a expandirse, hasta alcanzar un formato de 100 x 150 centímetros. La serie se llama “Frágil, transitorio, provisional”, y ancla así en algo que parece signar el arte popular de Nuestra América: no dar cuenta de la fugacidad de la vida a través de la “eternidad” del arte, garantizada, se supone, por el bronce y el mármol, sino con el dramatismo que implica dar cuenta de la fugacidad de la vida con algo mucho más fugaz que ella: el arte.
A partir de 2014, y dentro de esta misma serie, salta a la escultura en papel calado, y también en paspartú, en pequeño formato, pues su altura no excede los 30 cm, pero donde su estética alcanza una gran depuración formal y un minimalismo cromático exquisito. (Adolfo Colombres, Bs.As., 2015).