Se calló la radio, murió Natalio
Miércoles 20 de Mayo de 2015
Natalio Aides, el único periodista de coberturas internacionales que tuvo Corrientes fue a hacer la nota más difícil: Hacerle un reportaje a Dios.
Porque si en algo se caracterizaba Natalio Aides, era en romper las barreras que todos nosotros, periodistas de estas tierras, nos ponemos a la hora de sondear lo imposible.
Sin más recursos que una camarita VHS se enfrentó a los pools de la televisión internacional encabezados por la CNN y fue el único periodista argentino en la Guerra del Golfo, contándonos la guerra que nadie quería mostrar, con muertos reales y la destrucción que no salía en las pantallas de la TV fría.
Lo conocí de joven como todos, en los 80, escuchando Radiomañana, cuando mi sueño era "trabajar en la radio", y tras infructurosas pruebas en otras AMs de la zona, me recibió en el estudio de LT 7. Casi sin mirarme me hizo leer comunicados estudiantiles.
"Ponele más fuerza·, me decía". Junto a las hermanas Marta y Elvira Miranda, me fui formando en ese estudio que era de los privilegiados, hasta que un día me mandó a la calle. Un handy y un par de notas por cubrir me hicieron sacarle chispas a la realidad de la noticias. "La noticia está en la gente, es la gente la noticia".
El "adelante Fredy Miranda", sonaba en las mañanas y era la voz de Natalio Aides que me presentaba en la sociedad correntina. A mí, un ignoto estudiante del interior de Misiones, pero que sin decirlo, sé que me estimaba más allá de mi incipiente trabajo. Porque Natalio era de esa personas que tienen sus afectos muy profundos, que cuando asoman, demuestran el sentido de lo valioso.
Fue mi padre en el periodismo, y lo dije siempre.
Junto a él hice viajes increíbles, coberturas insólitas, aprecié mi trabajo más que mis otros valores de la vida. El periodismo era arriesgarse, soñar, pero también aprender en cada experiencia que cubría.
Con él rompí las barreras del periodismo tradicional. Y nos lanzamos a cubrir elecciones, levantamientos militares, a acompañar candidatos en sus giras proselitistas, a hacer encuestas y sondeos de opinión, a tejer fantasías radiofónicas, a generar la noticia cuando todos decían que no pasaba nada, en interminables guardias periodísticas, a movilizar a la gente en maratónicas caravanas, espectáculos, festivales, artistas, deportistas, pero sobre todo, y más que nadie, a hablar con la gente y a darle un micrófono para que se exprese. Porque todo podía ocurrir, pero si la gente no hablaba, el trabajo no estaba completo.
Perfeccionista como pocos, un día grabamos 23 veces un pie de nota para televisión, porque no le gustaba cada una que hacía, hasta que encontró su timbre y postura correcta ante la cámara. Fue el primero en incorporar tecnología a la radio, cuando en Buenos Aires aún trabajaban con equipos analógicos.
La radio era su pasión. Siempre dijo que quería morir frente a un micrófono, y casi lo logra. Claro, pero su viaje lo venía preparando y se le adelantó el amor de su vida: Cristina, su esposa . Allá fue a prepararle la entrevista más valiosa. Seguramente fue a prever todo para que esa nota sea su coronación periodística.
Será una nota eterna, totalmente plena, y con ella la radio, su amor de toda la vida, cumplirá su ciclo, Ya habrá cumplido así, su rol de comunicar y finalmente, como debe ser, se callará.
Por eso, porque la radio no volverá a ser la misma, ya no tendrá el condimento necesario que solo le ponía Natalio, el irrepetible, finalmente solo tendrá la monotonía de todos los días en que, se notaba cuando no estaba, las mañanas de Corrientes extrañaban a Natalio.
Con Natalio se nos fue la radio, la que conocimos generaciones de periodistas, y con él, culminó el ciclo de los periodistas nacidos con una Estrella.
Hasta siempre Natalio.
Tu alumno